Las mas puras y hermosas son las de la infancia, naturales y espontáneas sin maldad ninguna. Con el paso del tiempo, a medida que vamos creciendo nuestras sonrisas van disminuyendo, comienzan a aparecer situaciones no muy agradables, situaciones con las que no contábamos, unas mas duras que otras y la grandeza de nuestra sonrisa va decayendo. Dichas situaciones no las podemos evitar, son parte de la vida, pero cada uno de nosotros somos responsables de que aumenten o disminuyan nuestras sonrisas.
Cuando todo es favorable a nuestro alrededor es muy fácil y no cuesta ningún trabajo que aparezcan, sin embargo lo complicado es ser capaces de hacerlo cuando en nuestra vida falla alguna o varias patas de la mesa. Por supuesto que no es sencillo, pero depende de cada uno de nosotros el levantarnos y plantarle cara a los problemas.
Os mentiría si os dijera que a lo largo de todos estos años siempre le he sonreído a la EM. He tenido muchos momentos en los que ha conseguido que mi sonrisa se mantenga escondida, sobre todo al principio, pero después poco a poco me fui haciendo mas fuerte y me fui ocupando de alimentar y nutrirme con otras situaciones que tenía en mi vida muy favorables y me ha ido muy bien, porque algunas veces mi sonrisa tiene la intención de bajar la guardia, pero soy capaz de levantarla lo antes posible.
Está demostrado que una actitud positiva y alegre, sonreír, quererte, influyen de forma muy favorable ante los problemas y enfermedades, depende de ti como quieras afrontarlos.
Y como todo es contagioso, también es muy bonito que las personas que tienes a tu alrededor se copien y que tambien sonrían porque hasta la persona mas seria es capaz de sonreír y "nadie necesita tanto una sonrisa, como aquel que no tiene ninguna para ofrecer".
Siempre debemos mostrarle nuestra mejor cara. Podemos tener altibajos, y enfadarnos con la EM cuando acecha. Pero volveremos rápidamente a la sonrisa, no sea que la enfermedad se acostumbre. Un besito
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